Reseña:

Mismo Sitio, Distinto Lugar es el álbum más necesario de Vetusta Morla, necesario para la propia banda, más que para nadie. Necesario como mudar de piel cuando nos aprieta la nuestra, como cambiar las preguntas cuando ya no nos sirven las mismas respuestas. Necesario como saltar de un barco en llamas, aunque sea para nadar en aguas desconocidas. Sus diez canciones suponen una reformulación de todo lo anterior que, irónicamente, ha concluido en un cuarto álbum de estudio que es la huella de una identidad fortalecida.

El punto de partida es el futuro que dejaba abierto su anterior entrega, La Deriva, donde ya se agazapaba la pérdida del hogar, el exilio del territorio conocido y la desaparición de los referentes, a veces forzosa, otras premeditada. Con los anclajes sueltos, aparecen el desconcierto, la tensión y la incertidumbre, que han sido resueltos con el ímpetu de la intuición, la fe, el riesgo, la experimentación y sobre todo, con la probidad en la creación de música y de nuevos lugares que entremezclan sutilmente la realidad y la ficción. El drama es zaherido por la ironía, la sátira y el descaro y el relato se convierte en la imagen misma de una catarsis profunda, sin narrador, ni punto de vista externo, contado desde el mismo centro del huracán.

Vetusta Morla dejó abiertas las ventanas de su hogar y desde fuera podemos observar todo lo que ha ocurrido en un mismo sitio en diferentes momentos. Vemos a seis músicos reafirmados en su estatus de constructores de canciones, interviniendo sin complejos en la sónica, convirtiendo en instrumentos musicales herramientas diseñadas para otros fines, subrayando palabras y compases con matices nuevos. La banda de directo se transforma temporalmente en un colectivo abierto de creación, desdibujando los roles y poniendo en cuestión lo que siempre les había funcionado para llegar a nuevos lugares.

Así las canciones se han liberado tanto de las limitaciones de sus compositores como de sus virtudes, que también pueden ser una cárcel. Los temas ya no llegan a la grabación envueltos y con el lazo puesto, sino que se nutren con los propios recursos del estudio, se rematan con la convivencia in situ durante el proceso y se contaminan con el talento de nuevos compañeros: Carles Campi Campón (Jorge Drexler, Natalia Lafourcade) en la producción junto al grupo y Dave Fridmann (MGMT, Tame Impala, The Flaming Lips) en las mezclas, fijando todo en su posición de equilibrio.

Las canciones han sufrido varias metamorfosis arrastradas por la curiosidad de sus autores, por la libertad creativa y por la ausencia de límites. Su evolución se esparce en un triángulo geográfico que comienza en Madrid, donde el disco se concibió y se remató la grabación. Pasa por los Hansa Studios en Berlín, olisqueando el rastro de otras transformaciones redentoras que allí vivieron artistas como David Bowie, Iggy Pop o U2. Y termina su trazado en Cassadaga, una remota localidad del estado de Nueva York, hogar de hogar de Tarbox Road Studios, donde la mezcla se ha convertido en un motor artístico que ha terminado de definir el carácter del álbum.

Así, Mismo Sitio, Distinto Lugar es a un tiempo el proceso en sí, el relato del proceso y el resultado del mismo. Es un álbum que mira hacia el interior de los componentes del grupo, pero ese interior acaba resultando un diorama de lo que sucede en diversos niveles en el exterior, la banda, la sociedad y en el interior de otras personas que lo escuchan. Mismo Sitio, Distinto Lugar es el título del disco y es también el nombre de la última canción. El primer acorde que suena es el mismo que lo cierra. Se cuadra el círculo. Vetusta Morla están en el mismo sitio, pero ahora es un lugar distinto que ya se siente como hogar y refugio.

Mismo Sitio, Distinto Lugar es un álbum escrito, arreglado e interpretado por Vetusta Morla. Grabado en Hansa Studios (Berlín). Producido por Carles Campi Campón y Vetusta Morla para Pequeño Salto Mortal. Mezclado por Dave Fridmann en Tarbox Road Studios (Cassadaga, NY).