Eric Liddell, hijo de misionarios escoceses nacido en China, hace historia en los Juegos Olímpicos de París de 1924 al negarse a participar en la carrera de 100 metros por celebrarse en domingo y por ganar la medalla de oro en los 400 metros lisos. Tras su experiencia olímpica y graduarse en ciencias por la universidad de Edimburgo, Liddell decide regresar a China para trabajar como misionero siguiendo los pasos de su padre. Cuando en 1937 Japón invade China, Liddell envía a su esposa y a sus tres hijas a Canadá, pero él decide quedarse para ayudar a los civiles, víctimas de la cruenta represión japonesa.