Reseña:

Desde la primera década del siglo XVIII, Vivaldi demostró una gran sensibilidad por los diferentes timbres instrumentales y sus multifacéticas combinaciones. Más que cualquiera de sus contemporáneos italianos, nos dejó un gran número de obras para instrumentos de viento y cuerda utilizadas en sus más variadas e imaginativas combinaciones (pensemos, entre muchas, en el concierto RV 97 para viola d'amore, dos oboes, dos trompas, fagot y bajo). Sin embargo, el origen de tan florida y polifacética veta debe identificarse - además de en las inclinaciones personales - en la buena suerte de trabajar para una institución como la Pietà, lo que le permitió contar con uno de los cuadros instrumentales más ricos. El altísimo nivel técnico de las hijas del hospital le dio también la oportunidad de probar algunas de las obras más refinadas y atrevidas, como la sonata para flauta, fagot y bajo RV 86, o la mayoría de los conciertos para tres, cuatro , a cinco. La evidencia más antigua que conocemos del interés de Vivaldi por la politimbricidad se remonta a 1707, con la composición de la Sonata RV 779 para violín, oboe, órgano y salmo é (una especie de protoclarinete). Este interés será una constante a lo largo de su producción, hasta el punto de que las últimas obras datables que conocemos son precisamente aquellos Conciertos para muchos instrumentos que la putte della Pietà interpretó el 21 de marzo de 1740 ante el Príncipe Electoral de Sajonia Federico Cristián.